1) Leé con atención el texto.
Érase
una vez un molinero muy pobre que dejó a sus tres hijos por herencia un
molino, un asno y un gato. En el reparto, el molino fue para el hijo
mayor, el asno para el segundo y el gato para el más joven. Éste último
se lamentó de su suerte en cuanto supo cuál era su parte.
—¿Qué será de mí? Mis hermanos trabajarán juntos y harán fortuna, pero yo sólo tengo un gato.
El gato escuchó las palabras de su joven amo y decidido a ayudarlo, dijo:
—No
se preocupe mi señor, yo puedo ser más útil y valioso de lo que piensa.
Le pido que por favor me regale un saco y un par de botas para andar
entre los matorrales.
Aunque el joven amo no creyó en las palabras del gato, le dio lo que pedía pues sabía que él era un animal muy astuto.
Poniendo
su plan en marcha, el gato reunió algunas zanahorias y se fue al bosque
a cazar conejos. Con el saco lleno de conejos y sus botas nuevas, se
dirigió hacia el palacio real y consiguió ser recibido por el rey.
—Su
majestad, soy el gato con botas, leal servidor del marqués de Carabás
—este fue el primer nombre que se le ocurrió al gato—. El marqués quiere
ofrecerle estos regalos.
Los conejos agradaron mucho al rey.
Al
día siguiente, el gato con botas volvió al bosque y atrapó un jabalí.
Una vez más, lo presentó al rey, como un regalo del marqués de Carabás.
Durante
varias semanas, el gato con botas atrapó más animales para presentarlos
como regalos al rey. El rey estaba muy complacido con el marqués de
Carabás.
Un día, el gato se enteró que el rey iba de visita al río en compañía de su hija, la princesa, y le dijo a su amo:
—Haga lo que le pido mi señor, vaya al río y báñese en el lugar indicado. Yo me encargaré del resto.
El joven amo le hizo caso al gato. Cuando la carroza del rey pasó junto al río, el gato se puso a gritar con todas sus fuerzas:
—¡Socorro, socorro! ¡El señor marqués de Carabás se está ahogando!
Recordando
todos los regalos que el marqués le había dado, el rey ordenó a su
guarda a ayudar al joven. Como el supuesto marqués de Carabás se
encontraba empapado y su ropa se había perdido en la corriente del río,
el rey también ordenó que lo vistieran con el traje más elegante y lo
invitó a pasar al carruaje. En el interior del carruaje se encontraba
la princesa quien se enamoró inmediatamente del apuesto y elegante
marqués de Carabás.
El
gato, encantado de ver que su plan empezaba a dar resultado, se fue
delante de ellos. Al encontrar unos campesinos que cortaban el prado en
un enorme terreno, dijo:
—Señores campesinos,
si el rey llegara a preguntarles a quién pertenecen estas tierras, deben
contestarle que pertenecen al marqués de Carabás. Háganlo y recibirán
una gran recompensa.
Cuando el rey se detuvo a preguntar, los campesinos contestaron al unísono:
—Su majestad, estas tierras son de mi señor, el marqués de Carabás.
El
gato, caminando adelante de la carroza, iba diciendo lo mismo a todos
los campesinos que se encontraba. El rey preguntaba lo mismo y con cada
respuesta de los campesinos, se asombraba más de la riqueza del señor
marqués de Carabás.
Finalmente, el ingenioso
gato llegó hasta el más majestuoso castillo que tenía por dueño y señor a
un horripilante y malvado ogro. De hecho, todas las tierras por las que
había pasado el rey pertenecían a este castillo.
El
gato sabía muy bien quién era el ogro y pidió hablar con él. Para no
ser rechazado, le dijo al ogro que le resultaba imposible pasar por su
castillo y no tener el honor de darle sus respetos. El ogro sintiéndose
adulado le permitió pasar.
—Señor, he escuchado que usted tiene el envidiable don de convertirse en cualquier animal que desee —dijo el gato.
— Es cierto —respondió el ogro—, y para demostrarlo me convertiré en león.
El gato se asustó de tener a un león tan cerca. Sin embargo, estaba decidido a seguir con su elaborado plan.
Cuando el ogro volvió a su horripilante forma, el gato dijo:
—¡Sus
habilidades son extraordinarias! Pero me parecería más extraordinario
que usted pudiera convertirse en algo tan pequeño como un ratón.
—Claro que sí puedo—respondió el ogro un tanto molesto.
Cuando el ogro se convirtió en ratón, el gato lo atrapó de un solo zarpazo y se lo comió.
Al escuchar que se acercaba el carruaje, el gato corrió hacia las puertas del castillo para darle la bienvenida al rey:
—Bienvenido al castillo del señor marqués de Carabás.
—¿Cómo, señor marqués de Carabás? —exclamó el rey—. ¿También este castillo le pertenece?
El rey deslumbrado por la enorme fortuna del marqués de Carabás, dio su consentimiento para que se casara con la princesa.
Aquel
joven que antes fue pobre se había convertido en un príncipe gracias a
la astucia de un gato. El joven nunca olvidó los favores del gato con
botas y lo recompensó con una capa, un sombrero y un par de botas
nuevas.
2) Investigá quién es el autor.
3) Veníamos trabajando en el aula con los tramposos y los engaños.
a) ¿Quién engaña y quién es engañado en este cuento?
b) ¿Notás alguna similitud entre los personajes engañados?